lunes, 29 de junio de 2015

Sueños etéreos.

"Se fue a la cama pensando en cosas bonitas, en él. Retuvo durante unos minutos el sueño, pensando en su torso desnudo, en su mirada etérea, en su sonrisa excitante. Ahuecó la almohada y se recostó, no tardó mucho en dormirse. Una vez en el sueño, se hallaba en un paisaje exótico, bonito, colorido. Habían troncos rosas, hojas moradas, flores de todos los colores del arcoiris. Criaturas extrañas como ellas solas. Habían unos tigres del tamaño de perros y de color negro, preciosos. Luego habían aves que sobrevolaban el cielo y cubrían toda la superficie del sol, de lo enormes que eran.
Flotaba un ambiente pacífico, sin temor. Todo era muy extraño, sacado, casi, que de la cabeza de algún enfermo de manicomio. Era bonito en cierto modo. Pasó un instante en aquel lugar, hasta que un ser mitad caballo, mitad lobo se abalanzo sobre él en gesto amistoso y le hizo caer al suelo. Justo en ese momento, se despertó sobresaltado.
Al recordar aquello rió disimuladamente. Observó a su alrededor aquel apartamento, oscuro, sombrío, frió. Y decidió que viviría por siempre en los sueños, allí era feliz y podía ser lo qué quisiera ser."




Fotografías: Monasterio de Simat de la Valldigna y alrededore.